Poco después, siguiendo al Aven llegaron donde un joven quien
apenas y sobrepasaba los 15 años; el Visir de la ciudad, Temmet. El Visir los
saludo y de ellos solo Gideon entendió un poco de lo que decían ya que este
idioma era parecido al de Theros, pero Jace arreglo el problema al conectar las
mentes de sus amigos con las de algunos locales, haciéndoles absorber el idioma
en segundos. Temmet sin embargo no parecía muy impresionado por Gideon, contra
quien se mostró algo hostil; pero al ver a Liliana este quedo embelesado por
ella, a lo que Liliana se sintió halagada y Jace se puso rojo como un tomate.
Cuando la
conversación termino; Temmet se despidió de ellos a la manera de los locales,
diciéndoles, La Hora de su regreso esta próxima… y se quedó esperando por una
respuesta que jamás llego. Ellos no sabían que este era el saludo de Amonkhet y
que se debía contestar a esto “Y que nos encuentre siendo dignos”, lo que
levanto aún más las sospechas de Temmet.
Temmet entonces decidió llevarles a conocer la ciudad y tal
vez así conocer algo más de estos extranjeros.
Mientras andaban por las calles, se sorprendieron de ver que
los ciudadanos solo se dedicaban al estudio y al entrenamiento, mientras que las
otras labores eran realizadas por una horda de esclavos no muertos envueltos en
sedas blancas. Liliana quedo maravillada ante este sistema que ella misma llamo
“perfecto”.
Temmet le dijo a Liliana que ellos eran los ungidos, los que
habían fallado la prueba y habían sido encontrados no dignos de la presencia
del dios faraón.
Mientras Temmet les invito a su palacio, Gideon escucho un
alboroto afuera y salió al balcón a ver lo que sucedía y allí, su corazón quedo
regocijado al ver a otro de los dioses, pero esta vestía de blanco y tenía una
máscara dorada de gato, y en la mano un arco dorado y entendió que ella había
sido quien había ayudado a la otra diosa en el desierto contra los Wurms.
Al pasar al lado de Gideon, Oketra miro a Gideon, quien sin
poder contenerse, callo de rodillas, sobrecogido por la presencia de la diosa.
Gideon pensó, que a diferencia de los dioses de Theros,
quienes observan el mundo desde el Nyx y rara vez bajan de este, Oketra no solo
caminaba entre su pueblo, se dejaba tocar y recibía con sus propias manos los
tributos de leche y miel que le hacían.
-Tú eres mío Kytheon Iora; tu destino aún no está decidido.-
le dijo la diosa a la mente de Gideon y este se prosterno llorando, sintiendo
la fe y devoción que había perdido cuando fue traicionado por Heliod y Erebos.
Oketra continuo caminando y al rato de esto, Gideon al fin
se levantó, viendo como sus compañeros de la Gatewatch lo miraban intrigado,
mientras que Temmet le miraba complacido; ya que este había sido elegido por
Oketra, lo que elimino toda inseguridad que pudiera tener el Visir sobre los
visitantes, mostrándose a partir de entonces más amable con ellos, en especial
con Gideon y claro, Liliana.
Chandra pregunto a Gideon que era un dios, ya que en
Kaladesh ni en ningún otro plano antes los había visto y este le explico lo
mejor que pudo, que los dioses son aspectos del propio mundo, como en Theros
los dioses eran el sol, el inframundo, los bosques, las montañas y así; pero
también le dijo que los de Amonkhet eran distintos, ya que no representaban cosas
del mundo, sino cualidades abstractas como la furia, la unidad, el misterio, la
sabiduría o la fuerza.
La conversación fue interrumpida cuando calle abajo
escucharon a una mujer gritar. Al llegar al lugar vieron a una mujer corriendo
y gritando como loca mientras era perseguida guardianes de la ciudad. Ella
gritaba que todo era una mentira; los dioses, las horas, el dios faraón, todo
era una mentira.
Chandra iba a ir a ayudarla, pero Gideon la detuvo al ver
llegar a Temmet. Este se disculpó con ellos por el desorden y les invito a
volver a su palacio, pero Chandra lo enfrento y le exigió saber quién era ella,
que había hecho y cuál sería su destino. Temmet les explico que ella era una
iniciada de Bontu y que se había probado indigna, por lo que sería convertida
en una ungida.
Esto no les hizo gracia a ninguno de los dos, pero por el
momento decidieron no actuar y reunir un poco más de información.
Esa noche la Gatewatch pasó en el palacio de Temmet, donde
Liliana, Jace y Nissa durmieron plácidamente, pero ni Chandra ni Gideon
lograron conciliar el sueño a pesar de su cansancio.
Esa Noche, Nissa tuvo un
sueño donde el propio espíritu de Amonkhet le hablaba, diciéndole que él estaba
prisionero dentro de catacumbas muy antiguas. Le narro que el había bendecido
al plano, haciendo que lo muerto volviera, pero que con su encierro, esta
bendición se volvió una maldición. Le
contó a Nissa que antes él era quien cuidaba las almas de los muertos
encerradas en jarras, pero estas jarras le fueron arrebatadas y las almas
fueron corrompidas, manipuladas y esclavizadas.
Nissa despertó algo asombrada de este sueño, pero ella sabía que había
sido más que un sueño.
Poco antes de salir el sol, Gideon decidió ir a caminar y
sin saberlo, sus pasos le llevaron hasta el templo de Oketra, donde para su
sorpresa, la diosa le esperaba frente a este.
¿Qué buscas Kytheon Iora? – le pregunto la diosa
directamente en su cabeza.
Por la mente de Gideon pasaron muchas palabras tales como
respuestas, paz, libertad, justicia, pero al final, solo dijo: “-A ti.”
En ese momento, Nissa salía también del palacio de Temmet
con una Chandra medio dormida y casi arrastrada de la mano.
Luego de caminar por un rato, Nissa se sintió mal por el
calor y busco una sombra para sentarse. Chandra le busco un vaso de agua y
luego de beber, ella estuvo a punto de expresarle sus sentimientos, pero
sintiéndose algo incomoda, Nissa dio un salto y continuaron caminando.
Luego de un rato se toparon con una esfinge, a la cual
quisieron hacerle unas preguntas, pero esta solo les miraba como bichos raros.
Fue entonces que vieron a una mujer adulta, de hecho, la
persona de mayor edad que habían visto, una mujer de unos treinta años, morena,
llena de adornos de oro y quien era traída en una silla que estaba en hombros
de unos ungidos.
La mujer se presentó como otra Visir, Hapatra y les conto
que las esfinges habían tomado un voto de silencio hasta la llegada del dios
Faraón. La mujer, quien resulto ser muy amable e interesante. Ella les dijo que
en Amonkhet, todos tenían un corto recuerdo del pasado, pero si ellos lo que
buscaban eran respuestas, ella misma podría llevarlos ante Kefnet; el dios de
la sabiduría, quien a fuerza debía tener algunas respuestas.
Casi al mediodía Liliana despertó y fue invitada a comer con
Temmet. Ella acepto y fue agasajada por el joven, quien sin embargo, le termino
diciendo que su amigo el mago estaba en la librería del palacio, a lo que ella
fue a buscarlo para pedirle que la acompañara. Al principio Jace estaba
renuente, pero luego de ver que allí los textos no eran más que propaganda
reciente y que no encontraría nada útil, salió con Liliana.
Por otro lado de la ciudad, mientras Nissa y Chandra caminaban
hacia el templo de Kefnet; Hapatra les conto sobre las horas y les dijo que
estas eran promesas del dios faraón y que al volver, el mundo sería aún un
mejor lugar, donde los dignos ya no morirían jamás y ninguna enfermedad los
atacaría.
Luego de un rato de caminar Jace y Liliana tuvieron una
discusión pues este supo al leer su mente que ella quería buscar a Razaketh,
por lo que la dejo sola. Sin Jace, ella entonces desistió de la idea de cazar
al demonio, por lo que busco todos los lugares donde pudiera estar bien
atendida por los ungidos y así, entro a un baño; el cual estaba solo y ella se
relajó en sus aguas tibias. Sin embargo, al abrir los ojos vio frente a ella a
un hombre de negro a quien conocía muy bien, el hombre cuervo. Este le dijo que no era momento de descansar
y que debía moverse cuanto antes. Ella se molestó y le dijo que la dejara en
paz y que todo lo malo que le había pasado había sido por su culpa, pero el
hombre cuervo le replico que por el contrario, él era quien la había estado
cuidando y que a él se debía que Emrakul no hubiera entrado en su mente y que
era el quien impedía al velo de cadenas poseerla del todo, pero que ya no podía
hacerlo más, por lo que la próxima vez que lo usase, podría ser la última. Le
recomendó usar a sus amigos en vez del velo y desaparecio.
Nissa y Chandra hicieron entonces detenerse a Hapatra para
examinar unos monumentos que Chandra encontró interesantes al sentir un
espíritu de fuego, débil pero aun latente dentro de estas ruinas. Nissa leyó
los jeroglíficos allí esculpidos, y noto, en una primera inspección que estos
habían sido retocados, siendo estos retoques los cuernos de Nicol Bolas, los
cuales aparecían casi en todos lados. Además, leyó que en un tiempo hubo ocho
dioses y no solo cinco en Amonkhet.
Continuaron solo para volver a detenerse al ver unos
sarcófagos de roca en las afueras de la cuidad. Hapatra les explico que estos
eran los sarcófagos para quienes fallaban las pruebas de los dioses y que de
hecho, la mujer que buscaban estaba en uno de estos, pero ella no sabía cuál.
Sin embargo, antes de investigar más, se sorprendieron al
ver a Gideon llegar en compañía de Oketra.
Oketra hablo a la mente de Nissa y le pregunto si ella había
hablado con la tierra; a lo que ella no solo contesto que sí, sino que también
le dijo a la diosa que el propio plano estaba asustado y moribundo, pero Oketra
guardo silencio y tan solo movió un poco sus orejas.
Oketra les dijo en voz alta entonces que los sarcófagos eran
sagrados y que por lo tanto, no podían acercárseles.
De nuevo con el pensamiento Nissa se comunicó con Oketra y
le pregunto que había pasado con los otros tres dioses, pero esta respondió que
no tenía memoria de ellos ni de nada hacia atrás de cierto punto.
En ese momento Chandra noto algo en el pecho de Gideon y se
molestó al ver el cartucho de la diosa, lo que quería decir que Gideon había
comenzado las pruebas. A pesar de esto Nissa calmo a Chandra diciéndole que
esto Gideon lo hacía por razones personales que ninguna de ellas jamás llegaría
a comprender y que su decisión debía ser respetada.
Liliana para entonces había vuelto a encontrarse con Jace y,
tras una serie de preguntas por parte de Jace, las cuales no tuvieron una
respuesta del todo clara, se decidió a ayudar a Liliana en lo que fuese que
anduviera.
Luego de un rato de caminar se encontraron con un templo al
que entraron; allí, vieron a muchos ungidos trabajando en la creación de más
ungidos y a Jace le horrorizo ver que solo eran jovencitos muertos en las
pruebas. Liliana sin embargo, observo con más cuidado el proceso de creación de
estos zombis y noto que no había necromagos presentes y que los ungidos eran
controlados por los cartuchos que les colocaban en el cuello, pero sin embargo,
estos volvían a la no vida por si solos, en un proceso natural del plano.
Al examinar los jeroglíficos en una de las paredes de aquel
templo, vio que estos se dibujaba la forma de un demonio; Razaketh, quien según
Jace, era la última prueba, ya que el demonio bloqueada las puertas al paraíso,
a la hora prometida y al retorno del dios faraón.
Jace de nuevo se iba a ir al ver las verdaderas intenciones
de Liliana, pero esta, aun viendo la pared no pudo contener decir en voz baja; Razaketh.
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