Hazoret levanto sus brazos en adoración, alabando al dios
faraón con su voz. Realmente era tan grandioso como le recordaba, todo bañado
en oro; perfecto. Al ver esto los mortales a su lado hicieron lo mismo,
adorando y regocijándose por la llegada del dios y Hazoret sentía su esperanza
y su alegría dentro de ella lo mismo que sus plegarias.
El dios faraón puso sus pies en Amonkhet. Miro asombrado el
caos y la destrucción que había en Naktamun. Luego sonrió complacido.
Mientras veía a una turba de mortales correr regocijados
hacia el dios, Hazoret, postrada en el suelo sintió un frio recorrer su cuerpo
mientras al fin, las palabras finales de Rhonas llegaban a su mente. La diosa
levanto su cabeza y vio a los mortales corriendo, felices y esperanzados a su
salvador y este, sonreía al verlos, pero no era la sonrisa que ella hubiese
estado esperando.
Cuando ya casi estaban sobre él, Nicol Bolas levanto su mano
y de nuevo la bajo rápidamente y con esto, de los cielos de Amonkhet comenzó a
caer enormes gotas de energía purpura, que desintegraba a todo a quien tocaba,
convirtiéndole en polvo, dejando de él solo una esencia que era absorbida por
Bolas.
Los gritos de júbilo se convirtieron de nuevo en horror y
miedo y Hazoret sintió esto dentro de sí.
Ella se levantó de un salto, protegiendo a los que volvían
de la lluvia con su propio cuerpo. Luego, invoco una tormenta de arena y encendió
su fuego, disipando la lluvia destructora, pero al hacer esto, una bola de
energía le dio en la mandíbula y vio que había sido el dios faraón quien se la
había lanzado.
Mientras los mortales bajo ella lloraban, Hazoret intentaba
darle sentido a todo lo que sucedía.
El dios faraón parecía traer solo desgracias y destrucción.
Las horas habían llegado, pero habían sido todo lo opuesto a lo que dioses y
mortales esperaban. A ella le dolió la cabeza al intentar recordar el pasado
del dios faraón y su llegada.
Su escudo se debilitaba a medida que su concentración se
perdía, pues ahora, las palabras de Samut y Rhonas eran más fuertes en su
mente. Ambos le advertían de los peligros del dios faraón, pero aun ella se
negaba a creer que el dios faraón fuese algo más que bueno.
Hazoret levanto de nuevo su vista hacia Nicol Bolas. La
lluvia purpura había terminado y el miraba hacia la ciudad destruida. Ella
también miro hacia atrás y se sorprendió al ver al dios escarabajo de pie
delante de la puerta de la ciudad, inmóvil, como una estatua a quien no le
importaba el caos a su alrededor.
El dragón extendió sus alas y se dispuso a volar.
-“Salve Nicol Bolas, Dios Faraón de Amokhet.”- dijo una voz
delante de este y de nuevo Hazoret miro al frente sorprendida.
Ante Nicol Bolas estaba Bontu, con una rodilla en el suelo,
sumiso ante el destructor de Amonkhet. Al verlos a ambos juntos tuvo una visión
donde parecía ver a Bontu y al dragón lanzándoles alguna clase de hechizo a
ella, pero aun sus memorias eran confusas.
-“Yo te he seguido fielmente en tu ausencia, o mi Dios
Faraón.”- dijo de nuevo Bontu.-“He cosechado solamente a los más ambiciosos y
poderosos para serte leales en la muerte. Yo he ido eliminando a los disidentes
en los desiertos y la ciudad, eliminando de Naktamun todo aquel que no
estuviese al servicio de tu gloria. Yo he mantenido fuertes las amarras en la
voluntad de mis hermanos.” Soy tuya Nicol Bolas. Vivo para servirte. Dime y
obedeceré.”- dijo la diosa bajando su cabeza.”
-“Hermana, ¿de qué hablas? – dijo Hazoret quien mientras su
hermana hablaba, iba sujetando con cada vez más fuerza su lanza.
Dragon y diosa se volvieron hacia ella, y por primera vez en
su existencia, se sintió pequeña.
-“Asesina a Hazoret.”- dijo Nicol bolas viendo fijamente a
Bontu.
Sin duda alguna, Bontu se levantó, dio media vuelta y de su
mano lanzo un rayo purpura de energía. Hazoret grito mientras caía de
espaldas. Mientras caía, el golpe de
energía necrótica de Bontu llego a su mente, pero instintivamente ella se llenó
de llamas curadoras. De repente, su memoria había vuelto.
El peso completo del engaño de Nicol Bolas y de la traición
de Bontu le fue claro entonces. El dolor de entender que ella solo había dado
muerte a sus propios niños le pesaba en las manos.
Todo esto había sido preparado por Bontu; quien, al llegar
el dragón, este se utilizó de los poderes de la diosa para bloquear las
memorias de sus hermanos. Este hechizo no solo controlaba su mente, sino que
les volvía a todos ellos más lentos, ya que sabía, ella era más rápida y
siempre fue más rápida que Bontu y jamás le costó evadir sus ataques.
Bontu se preparó a luchar contra su hermana.
-“¿Porque Bontu?” – Grito Hazoret llena de indignación,
furia y tristeza.
Bontu rio despectivamente. A los mortales que la oyeron les
pareció una risa cruel y confiada, pero a Hazoret le pareció distinguir en ella
algo de desesperación y tristeza. “Has olvidado quien soy hermana. Yo soy la
ambición encarnada. Bolas destruyo a todo aquel que se le opuso, mato a tres de
nosotros. Yo decidí unirme a él y a su poder. Yo elegí sobrevivir.”
-“Tu escogiste traicionar a tu mundo.”- dijo ella lanzándole
a su hermana una ráfaga de fuego, pero Bontu la absorbió con su báculo.
-“-Este mundo es Nicol Bolas.” –dijo ella apuntándole con su
báculo. Devolvió así un ataque de niebla necrótica a su hermana. “-Y tú no eres
digna.”
Ella avanzo hacia el ataque de Bontu, dispersando la niebla
con su lanza y a medida que avanzaba su decisión se volvía cada vez más firme.
Hazoret hizo que las arenas del desierto atacaran a su
hermana desde atrás, arrastrándola en las arenas y haciéndola perder su
báculo. Al llegar Hazoret, Bontu salió
de la arena, mordiendo la mano de su hermana, haciendo que esta soltase su
lanza. Siempre sujeta por la fuerte mandibula de Bontu, ambas se comenzaron a
golpear con sus puños. Al fin, Hazoret encendió su brazo, haciendo así que
Bontu la soltase. Ambos dioses cayeron al suelo.
Hazoret tomo su lanza con la otra mano ya que su mano
derecha estaba simplemente colgando a su lado, inerte. Bontu se puso tambien de
pie con su baculo en la mano, el cual tomo con ambas manos y cerro sus ojos.
Sin embargo, hazoret espero un ataque que nunca llego.
Unos gritos tras ella le hicieron mirar atrás y vio como de
las catacumbas de la ciudad salían enormes horrores, invocados por el propio
Bontu para asesinar a los mortales. Hazoret entonces salto hacia la ciudad,
asesinando a los horrores con su lanza. Varios de los horrores se volvieron
contra ella, logrando restringir sus movimientos. La diosa trato de usar el
fuego para liberarse, pero esto solo les volvió más resistentes.
“Tu fanatismo y dedicación son muy predecibles hermana.”-
dijo Bontu en un susurro a los oídos de su hermana. Esta le golpeo con su
báculo y luego, usando este, comenzó a absorber su energía al tiempo que
arrastraba a su indefensa hermana a la presencia del dios faraón.
Con desprecio Bontu arrojo a Hazoret a los pies de Bolas y
de nuevo se arrodillo ante él.
“-He hecho lo que me has pedido mi dios faraón. Vivo para
servirte.” – Nicol Bolas bajo su mirada hacia Bontu complacido. Levanto un dedo
con el cual señalo a la diosa negra y de este un rayo de energía salió,
traspasando a Bontu por el pecho. El dios cayó al suelo, revolcándose en dolor
y agonía.
-“Tu utilidad ha terminado. Ahora me servirás mas muerta,
pequeña diosa.” Dijo Nicol Bolas.
Nicol Bolas comenzó a caminar hacia Naktamun, dejando a las
dos inmortales muriendo tras de sí.
Un gruñido hizo a Nicol Bolas girarse y ver atrás, donde vio
a Bontu corriendo hacia ella, furiosa, dispuesta a atacar a Nicol Bolas, pero
de todas partes zombis comenzaron a saltar sobre la diosa, quien pronto, ante
el peso y su propia debilidad se vio detenido por esots y enterrada entre
ellos. Una vez logro salir del montón de cadáveres reanimados, pero tras un
paso, de nuevo fue llevado al suelo, donde los caminantes le enterraron una
vez mas.
Nicol Bolas observo hasta que Bontu murió a manos de los
zombis. Se rio cruelmente y luego abrió sus alas y se fue volando hacia la
puerta donde el dios escarabajo esperaba inmóvil.
Hazoret vio al dragon alejarse y vio como Bontu era
enterrada completamente por los no muertos. Estos también se habían lanzado
contra Hazoret.
Hazoret vio entonces un gran humo de vapor negro saliendo
del lugar donde estaba Bontu y supo que este era su último hechizo. La nube
negra desintegro a todos en su paso, vivos y muertos por igual.
Esto le dio las fuerzas para liberarse al fin de sus
amarras. En ese momento, por cuarta vez en el día, sintió esa tristeza y
soledad que había experimentado antes y supo que Bontu se había ido también.
Hazoret era ahora el único pilar que quedaba en pie en
Amonkhet.
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