Hapatra entonces busco a su mascota, Tuya, un enorme
basilisco y montado sobre ella busco a los dioses para protegerlos.
Ella avanzaba gritando: “Maten a los insectoides, maten a
los dioses invasores.” Y detrás de ella iba una turba de dignos enfurecidos.
Ellos se abrieron camino por entre las hordas de no muertos,
los cuales estaban recubiertos de Lazotep; un metal celeste de propiedades
misteriosas el cual se usaba en la creación de los cartuchos. Mientras Hapatra
avanzaba sobre Tuya, pensó con lágrimas en los ojos de lo orgulloso de ella que
estaría su amado Rhonas si la viera, lo que le dio aún más fuerzas.
Luego de los zombis se enfrentaron a un enjambre de
langostas carnívoras, las cuales diezmaron las fuerzas de Hapatra, pero aun así,
ella logro abrirse camino hasta el centro de la ciudad.
Al llegar allí fue recibida por gran número de ciudadanos
quienes esperaban alguna respuesta. Ellos habían sobrevivido el primer ataque
gracias a que habían tenido dos excelentes lideres; Djero y Samut.
Hapatra les dijo a Djeru y Samut que debían ir por los demás
dioses, pues Rhonas había muerto. Para
ese momento los sobrevivientes de Amonkhet tenían muy claro que las horas eran
una mentira y que el dios faraón les había engañado, pero oír que uno de sus
amadísimos dioses había muerto les devasto pero a la vez les enfureció sobre
manera.
Samut y Djeru montaron con Hapatra en Tuya y lideraron el
grupo por las calles de la ciudad.
Mientras avanzaban se toparon con Gideon y Liliana quienes
corrían en otra dirección y temiendo algo, Hapatra les siguió.
Al fin vieron a la distancia a Oketra y Kefnet quienes
estaban inmóviles como estatuas, Oketra con su arco cargado y Kefnet meditando
sobre ella, sin hacer nada más.
Hapatra les grito que huyeran, que ellos debían salvarse y
que ellos morirían por sus dioses, pero ninguno de los dos se movió.
Casi llorando Hapatra le grito: -Por favor Oketra; yo te
protegeré.”
Finalmente Oketra bajo la cabeza y les hablo así:
-No es tu deber protegerme hija de Rhonas; yo soy quien te
protegerá a ti.- le contesto la diosa gata.
En ese momento, de otro lado de la ciudad vieron venir al
dios escorpión; y así, Oketra y Kefnet se miraron. A Hapatra se le partió el
corazón al ver el miedo en los rostros de sus dioses.
-Contén tu miedo hermano mío; que al fin probaremos la
amargura de la batalla.- dijo Oketra a su hermano, quien de inmediato se
preparó para la batalla.
Kefnet usaba sus ilusiones para distraer al dios escorpión
mientras Oketra le atacaba, pero este parecía invulnerable a sus ataques. Los dioses peleaban con valor y coraje,
además de que Kefnet y Oketra combatían como uno solo; aunque su enemigo era
más fuerte y veloz.
Hapatra los vio y se sintió orgullosa, diciéndose a sí
misma: “Mis dioses son magnificos.”
A pesar de luchar valientemente, mientras Kefnet cargaba al
dios escorpión en los aires, este le clavo su aguijón en la frente, matándole
de inmediato.
Hapatra y los demás quedaron congelados de horror al ver a
su dios azul car del cielo y llevar el suelo con su sangre.
-Mortales, escapen. Busquen los mausoleos.- dijo Oketra
llena de terror.
Por un momento todos se preguntaron cuales mausoleos, pero
al ver que Oketra marchaba sola hacia el dios escorpión todos se dispusieron a
defenderla y morir por ella.
Hapatra, Samut y Djero cargaron sobre el dios escorpión
sobre Tuya, pero este se volteó para matarlos, pero entonces Oketra se
interpuso y el aguijón del dios se le clavo por debajo de la máscara, matándola
de inmediato.
Al caer Oketra, el dios escorpión perdió interés y se alejó.
De las ruinas comenzaron a salir personas a ver a sus dioses caídos.
Hapatra no se pudo contener y comenzó a llorar amargamente,
por todo, por los devorados por las langostas, por la vida de mentiras, por las
horas, por el dios faraón pero sobre todo, por sus dioses muertos. Samut solo
pudo abrazarla y llorar a su lado mientras Djeru no podía contener el llanto a
lo lejos, viendo a sus dos dioses caídos.
Todo Amonkhet lloraba sus dioses, pero además, uno de Theros
también lloraba sobre la máscara de Oketra.
Hapatra lo vio y ganando compostura camino hacia él.
“¿El causante de todo este mal es un extranjero como
ustedes? –pregunto Hapatra a Gideon.
Este, quien no podía hablar trago grueso y asintió con la
cabeza.
-“Entonces ellos son su responsabilidad. Encárguense ustedes
de los dioses invasores y el dios faraón y lárguense de nuestro hogar.”- dijo
llena de odio la Visir. Gideon solo pudo asentir de nuevo y bajar la cabeza,
avergonzado.
Al volver con Samut y Djeru les dijo “-Debemos
encontrar a Hazoret y a Bontu y salvarlos a toda costa, ellos son lo último que
nos queda.- y así, fueron en busca de sus dioses.
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