Nicol Bolas voló hacia los cinco, decidido a asesinar a
alguien con sus propias manos hoy. Cierto, hoy habían sobrado los gritos, el
dolor y la muerte, pero él quería saborearlo por sí mismo.
-Jamás espere llegar a hacer algo con mis propias manos,
saben; hubiera sido codicioso; aun siendo yo Nicol Bolas. Yo no puedo ser
codicioso; codicioso es desear algo que no se merece y todo lo que yo deseo, es
completamente merecido.- pensó mientras bajaba de los cielos con su vista
puesta en los cinco Planeswalkers abajo.
Se posó en el medio de una plaza en ruinas. Cuerpos y
estaban tirados por todo el suelo y no había pirámide, obelisco u estatua en
Naktamun que no estuviese rota. En el otro extremo de aquella gran plaza, cinco
planeswalkers lo observaban, serios, decididos; con la determinación pintada en
sus pequeños rostros, reconociéndoles a todos de inmediato. Chandra Naalar, la
pyromance; cuyo debilidad es su carácter; Liliana Vess, la necromaga, cuya debilidad
es su codicia; Jace Beleren, el telepata e ilusionista cuya mente está quebrada
por sus propios actos; La elfa elementalista Nissa Revane, siempre inocente y
Gideon Jura, Kytheon Iora de Theros; el soldado invulnerable pero traumado.
-Tiernos.- se dijo para si el Dragón. – La Gatewatch; los
observadores de las puertas; y eso es justo lo que han hecho aquí; solo
observar.- dijo Bolas sonriéndoles. Los Héroes, benditos sean ellos.- y
abriendo sus alas hizo volar el polvo en
toda la plaza, oscureciéndola.
Los cinco insectos habían desaparecido por un momento, pero
pronto Bolas logro ubicar las llamas de Chandra.
En ese momento sintió una ligera perturbación en sus
pensamientos.
-Vamos, entra Jace. No te voy a detener. ¿Quieres
controlarme? ¿Quieres borrar mi mente? ¿Quieres ver mis recuerdos? Entra niño,
eres mi invitado.- dijo riéndose cruelmente Bolas.
Nicol Bolas alzo su cabeza hacia los cielos y escupió una
intimidante llamarada roja al fuego.
Los cinco planeswalkers estaban a su alrededor, moviéndose como
los lobos que acorralan a un búfalo, lo que de nuevo le causo mucha risa a
Nicol Bolas.
-Ataquen de una vez por favor; me muero por ver su plan.
Espero que no sea algo tan simple; espero que no sea algo como “Tu lo quemas,
tú lo elementalizas, tú lo zombificas, tú lo engañas y el otro lo bloquea”-
dijo en mofa el dragón.
Chandra y Nissa se movieron por detrás del dragón.
-¿Ustedes creen que son los planeswalkers más poderosos o
más maliciosos con los que me he enfrentado? Sé que conocen a Ugin; Jace, podrías
preguntarle cómo murió. Debería contarles sobre Leshrac también; pero creo que
ustedes no están para historias. Deberían estar agradecidos conmigo; no soy lo
peor que hay allí afuera; los que mueren
por mis manos, pueden considerarse afortunados. – dijo para luego relamer sus
labios con su lengua bífida.
El silencio incomodo permaneció, los planeswalker no
hablaban, solo se posicionaban.
-Solo recuerden no subestimarme; a mí, el dragón ancestral,
el archimago, un emperador, un faraón y un dios.
Jace miraba al dragón fijamente mientras hablaba. Nada de lo que había sucedido ese día salió
como lo había planeado. Había sido testigo de demasiadas muertes, demasiado
horror, demasiadas vidas que no pudieron ser salvadas. Jace jamás había visto
tanta muerte. Se sentía en cierta forma vacío por dentro, su mente y corazón
trataban de sobrellevar la pena y el dolor. Aun podía escuchar dentro de su
cabeza los gritos de los niños, la gente
corriendo solo para ser asesinadas por la espalda, el zumbido incesante en la
ciudad.
Jace había urgido a Gideon a hacer un plan; pero Gideon,
lleno de ira había avanzado a la batalla sin pensarlo.
-El pagara por todo lo que ha hecho.- fue lo último que Jace
escucho decir a Gideon. Esta ira nublo el corazón de los planeswalkers, quienes
aún podían ver los cadáveres de los niños en las calles; ni siquiera Liliana se
salvó de sentir lastima por aquel plano e ira por las injustas muertes. Ellos solo querían hacer justicia.
Gideon fue el primero en cargar contra Nicol Bolas, saltando
hacia el con su escudo puesto delante. Esto distrajo al dragón quien recibió
dos bolas de fuego fantasmal desde un costado. Unas ramas salieron de la
tierra, sujetando al dragón de los pies, evitándole alzar vuelo de nuevo. Fue
entonces que los cadáveres que estaban esparcidos a lo largo de la plaza se
comenzaron a levantar.
En este momento, Jace intento atacar la mente de Nicol Bolas
mientras los demás lo entretenían.
Jace entro y vio una gran cámara vacía, limpia e inmaculada,
negra, como obsidiana pulida. No había entradas ni salidas, pero de pronto una
puerta de cristal apareció. Entro en ese momento por la puerta, pero cuando
esta se cerró tras él, entendió su error; había entrado a la mente de Bolas, su
territorio, lo mismo que hicieran todos al llegar a Amonkhet.
Afuera, sus amigos no lo hacían mejor. El fuego de Chandra
no afectaba a Nicol Bolas, los Zombis de Liliana eran menos que moscas molestas
y con solo una exhalación se liberó de las ataduras de Nissa.
Gideon cargo hacia el con su escudo, pero con el revés de la
mano Nicol Bolas lo envió contra una pared, la cual le cayó encima.
Bolas estaba entretenido y cuando Chandra, Nissa y Liliana
fueron a ayudar a Gideon este simplemente les dejo; ocupándose del enemigo
dentro de él.
-Tú has vivido solo por un parpadeo y por un débil talento
natural te crees tan poderoso como para tocar mi mente.- dijo la voz de Nicol
Bolas en el interior de su cabeza y esto asombro a Jace. – Y ustedes creen que
yo soy el arrogante.
Jace no contesto, pero busco con desesperación algo,
cualquier cosa que pudiese atacar allí. Entonces vio un rastro de energía el
cual le guio hasta otra puerta, una puerta cerrada que el trato de forzar.
-Si quieres entrar niños, ya te dije, solo pídelo. – dijo la
voz del dragón y la puerta se abrió.
Al pasar por esta, Jace se topó de frente con el dragón,
quien estaba allí esperándole con una sonrisa.
A una velocidad asombrosa Nicol Bolas se lanzó contra Jace y
lo comenzó a golpear contra las paredes de la cámara. Cada golpe destrozaba su
mente y el Jace que estaba en el campo de batalla cayo de rodillas, con las
manos en su cabeza y un grito aterrador en su boca. Sus amigos corrieron hacia
el pero fuego y la cola de Nicol Bolas les detuvo el paso.
-Aun puedo escapar, solo necesito un segundo.- dijo Jace
quien aún era vapuleado en el interior de la mente del dragón.
-Segundo que no tienes.- le dijo Bolas riendo, divertido.
Con cada golpe, algunas de sus memorias desaparecían de su mente y pronto ya no
tuvo más fuerzas para combatir.
Una vez la mente de Jace estuvo derrotada, el dragón le
pateo fuera de su mente; volviendo a su cuerpo; el cual físicamente estaba
intacto, pero mentalmente estaba en estado crítico.
Cayó de lado al suelo, temblando incontrolablemente y con
espuma saliendo de su boca. Una fuerza subconsciente arrastro entonces a Jace a
las eternidades infinitas; de donde fue transportado a una torre.
-Jace.- dijo otro dragón sorprendido; pero la mente de Jace
estaba en blanco.
Ral Zarek y Niv Mizzet miraron sorprendidos y consternados
al Living Guildpact.
Liliana miraba atónita el punto donde segundos antes estuvo
Jace. Aún tenía el grito de Jace en su mente, un grito que ella conocía bien,
el grito de la muerte y el corazón de la mujer latió de preocupación por Jace,
a quien a pesar de todo, era el único hombre que amaba.
Liliana se estremeció y lágrimas salían de sus ojos.
-No, Jace no puede morir; él no puede estar muerto. El
camino entre planos, no está muerto.- se decía, confusa.
-Un experto mago mental.- se burló Nicol Bolas de Liliana
mientras de nuevo enviaba a Gideon contra otra pared. – ¿Y eso a ti que te
importa? Tú lo traicionaste; dos veces, abusaste de su cariño. Olvida a ese tu
mascota Liliana; tu futuro es a mi lado como parte del consorcio.
-Amo a mis mascotas.- respondió ella con furia. También le
enfurecía verse así, vulnerable, débil; llorando por Jace; preocupado por el
trio de perdedores atrás de ella a quienes se había acostumbrado. Sabía que
había elegido mal; sabía que lo correcto era traicionar a sus amigos y unirse a
Bolas, pero no lo haría; no ahora, ahora debía vengar a Jace.
-Úsame una vez más; desata todo tu poder.- grito Liliana y
frente al rostro de ella apareció el velo de cadenas, el cual se puso.
-Juguetitos.- dijo Bolas despectivo.
-Eres una estúpida si crees que puedes ganar esta pelea
Liliana; huye.- dijo entonces la voz del hombre cuervo en su mente.
Ella solo quería que su mente estuviese vacía de nuevo.
-Si vas a usar el velo; este desatara todo el poder de los
Onakke muertos; pero a un gran costo; ellos te subyugaran a tu voluntad
Liliana; y aun así; no tienes la victoria asegurada.- le dijo el hombre cuervo.
Nicol Bolas simplemente ignoro los ataques de Nissa y
Chandra y miro a Liliana sonriendo con sus enormes colmillos puntiagudos.
-Liliana; no creas que no me alegra verte. Te vez
maravillosamente saludable.- Dijo condescendiente el dragón.
-Te voy a matar Bolas, voy a asesinarte y voy a reanimar tu
cuerpo para…
-Ya basta Liliana, deja de ponerte en ridículo. Estos niños
ya tenían perdida esta batalla aun antes de nacer; no hay forma posible, no con
la mejor de las suertes ni el mejor de los planes. De entre ellos, el único que
supo que era ser un planeswalker de verdad eras tu; no es así. Yo voy a recuperar ese
poder; dime Liliana, ¿no deseas recuperar lo que perdiste?
Liliana se sintió tentada. Ella sabía que Nicol Bolas no
metía, pero aun oía el último grito de Jace al desaparecer y esto era
suficiente como para enfrentarlo.
-No podrás derrotarlo sin nosotros, úsanos.- dijeron los
espiritus de los Onnakes en el velo. Marcas purpuras llenaron su cuerpo.
-Te comprendo Liliana.- dijo Nicol Bolas bajando su voz,
haciéndola lo más dulce que la voz de Nicol Bolas pudiera serlo.- Tú te uniste
a ellos, confiada en tu capacidad de manipular; talvez, no estar tan sola,
¿cierto? Pero el problema de juntarse con tontos es… pues justo esto.
-Libéranos, lo destruiremos; libéranos.- decían las miles de
voces en el velo extasiadas.
-¿Sabes cómo usar el velo sin que este absorba tu vida, tu
mente y tu voluntad? Porque yo si. Los espíritus de los Onakke solo buscan
liberarse a través de la destrucción de tu cuerpo y la corrupción de tu alma.
-Miente, el miente. Nosotros lo destruiremos, lo
asesinaremos.- dijeron los espíritus de los Onakke en la máscara.
-Él dice la verdad Liliana; él te puede ayudar.- le aconsejo
el hombre cuervo.
-Callense, todos cállense.- dijo Liliana cayendo de rodillas
al suelo, con el velo de cadenas frente a ella.
-Es una arma muy problemática en manos de los no preparados,
pero una prueba de tu poder es que aun vives, no ha podido destruirte aun. Ven
conmigo Liliana; yo te ayudare a que liberes el verdadero poder del velo. Yo te
librare de las ataduras que aun te amarran.
Liliana vio al frente y su mirada se topó con la de Gideon.
-Eres valiente Gideon; pero se necesita más que valentía
para derrotar a Nicol Bolas.- se dijo dentro de sí al ver a su amigo salir de
los escombros.
-Te prometo algo Liliana; ya sea que uses el velo de cadenas
o no; si insistes en combatirme, te matare. Yo soy mil veces más poderoso que
tu telepata; mis flamas mil veces más calientes que la de la piromaga; mi sola
presencia asusta a los elementales de la elfa y es una comparación ridícula mis
planes comparados contra los de su así llamado táctico. Ellos solo están vivos
porque aún me sirven, ¿no lo entiendes?
-Mientes.- grito Nissa con furia.
-¿Yo, mentir? No tengo la necesidad elfa, solo mira a tu
alrededor. Mira mi poder desplegado en este lugar.
-Vamos Liliana, no seas estúpida; vete. El sitio más seguro para
ti es donde yo quiero que estés.
-Él tiene razón, no podremos ganar hoy. Debemos irnos,
reagruparnos, buscar a Jace y cuidarlo; encontrar alguna manera.- les grito
Liliana quien había comenzado a llorar de nuevo a sus amigos.
-Él dice la verdad Liliana; tú haces lo correcto.- le dijo
el hombre cuervo.
Chandra bajo la mirada para no ver a Liliana mientras Nissa
sacudía su cabeza incrédula. La furia en el rostro de Gideon se notaba desde
lejos.
-Por favor; si se quedan morirán.- dijo ella quien odio la desesperación
y el tono de súplica como dijo estas palabras.
Ninguno respondió nada.
-¿Dónde deseas que vaya maestro?- dijo Liliana con un nudo
en la garganta, volviéndose hacia Bolas. -¿Dónde deseas que vaya?
-No Liliana, no. Eras mi amiga; reímos juntas; eras mi
amiga.- dijo Chandra cuyas manos y cabello se encendieron aún más.
-Lejos. Cuando te necesite, te encontrare. Hay muchas cosas
que hablar. Vete Liliana.- dijo complacido el dragón.
-Y lo eres Chandra; la mejor. Jamás te hare daño; vete tu
también.- dijo Liliana quien casi no podía ver por las lágrimas.
-Vete mi niña.- le dijo el hombre cuervo y así ella salió de
Amonkhet.
Lloro amargamente en las eternidades ciegas para luego,
volver a Innistrad; donde su castillo y sus zombis le esperaban.
Chandra solo deseaba que ese día terminara, aquel horrible,
maldito día.
Ella creyó que el plan de Gideon de atacar de frente era el
correcto; pero ahora veía que el actuar
precipitado de Gideon había condenado su misión y esto le enfado, pero no con
Gideon, sino con ella misma pues vio lo que un carácter asi podía hacer, un
carácter como el suyo propio.
Nada de lo que le lanzara al dragón parecía herirle; aun el
fuego fantasmal parecía solo ser aire golpeándole; ni siquiera lo
suficientemente fuerte como para borrarle su sonrisa del rostro.
-Dos menos, faltan tres.- dijo Nicol Bolas posando su mirada
sobre Chandra.- Disculpa haber incomodado a la necromaga; pero, ¿Cómo se les
ocurrió incluirla en su grupito de justicieros? ¿Tienen un proceso de selección
o solo meten a quien quiere?
-Cállate. – fue lo único que Chandra pudo gritar ante las
burlas del dragón, llena de ira. Una bola de fuego blanco salió de las manos de
Chandra, golpeando en el rostro al dragón, quien retrocedió ante el ataque.
-Lo hice, lo herí.- dijo Chandra aun furiosa pero exaltada.
–Gideon, Nissa, es posible herirle. Gideon avanzo y se colocó a su lado,
dispuesto a unirse a Chandra en el ataque; pero Nissa miraba fijamente al
dragón y esperaba que esto fuese presagio de que la elfa estaba planeando algo.
-Suficiente niños tontos.- dijo el dragón elevándose unos
pocos metros en el aire. –Chandra Naalar, tú tienes muchas características
útiles. Eres emocionalmente inestable y poderosa, eso te hace muy manipulable;
eres, impredeciblemente predecible. Realmente me gustaría que reconsideraras.-
dijo el dragón.
Chandra lanzo de nuevo llamas contra el dragón.
-Entre esas características útiles sin embargo, no está la
inteligencia al parecer, ¿atacar a un dragón con fuego? eso es estúpido.- dijo
elevándose para luego, lanzarse contra Chandra.
-Ven.- dijo Chandra al verlo descender, pero entonces picos
del suelo comenzaron a salir, intentando empalar a Nicol Bolas; quien aunque
logro evadir fácilmente los ataques de Nissa, se vio obligado a elevarse de nuevo.
-Bien Nissa; vamos, tu puedes.- dijo Chandra extasiada al
ver a la elfa peleando.
Ambas se miraron y sonrieron, pero la cola del dragón barrió
con ambas debido a esta distracción.
Una roca salió disparada hacia Chandra quien también volaba
debido al golpe de la cola de Nicol Bolas contra el suelo. Chandra la exploto
con una bola de fuego, pero varias rocas menores le golpearon con fuerza,
quebrándole dos costillas.
El dolor le cruzo por su cuerpo y al caer al suelo, fue
incapaz de levantarse. Sin embargo, antes de lograr nada, la enorme garra de
Nicol Bolas la tomo.
Chandra, estando en la palma del dragón intento lanzar un
hechizo, pero su dolor era mucho y creció aún más cuando al apretarle el pecho
con un dedo escucho otro hueso romperse. Ella gritó en agonía.
-Chandra; déjame mostrarte lo que un dragón puede hacer.-
dijo Nicol Bolas; pero un elemental enorme salto y golpeo a Nico Bolas en el
aire; haciéndole caer a él y a Chandra.
Nissa corrió hacia donde había caído Chandra, quien se
sujetaba el pecho con una mano, casi sin poder respirar.
-Vaya, eso debe doler bastante.- dijo Nicol Bolas tras haber
incinerado al Elemental que lo ataco, poniéndose de pie. Chandra trato de
levantarse, pero cayó de inmediato.
El dragón se lanzó contra la pyromaga, pero muchas manos de
la tierra salieron, apreisionando a Nicol Bolas.
-Vamos Nissa, tu puedes.- dijo de nuevo Chandra al tiempo
que el dragón se liberaba.
-Bien, juguemos rudo. Hasta ahora he sido modesto con mi
poder. Deben entenderlo, yo soy más que un dragón.
Del suelo un humo negro comenzó a salir y este sujeto a
Nissa, atándola en el suelo.
-No, no, no; tengo que… - decía Chandra dando dos pasos,
pero de nuevo cayó al suelo con un grito de dolor.
-Vete, ahora.- le grito Nissa quien estaba aún prisionera de
aquellos tentáculos oscuros.
-No…- dijo tratando de levantarse una vez más, pero el dolor
de nuevo la tiro al suelo.- ¿Dónde está Gideon?-Pensó. No podía respirar, el dolor era demasiado y
sabía que estaba a punto de desmayarse.
-Vete, yo estaré bien; vete.- dijo Nissa con una voz cada
vez más apagada.
Nissa vio una llamarada que cubrió a Chandra mientras caía
inconsciente, pero solo quedo suelo quemado u sangre en el lugar donde ella
había estado.
-Chandra.- dijo la voz de Pia cuando su hija había aparecido
justo detrás de ella.
Nissa se sintió aliviada al saber que su amiga se había
marchado, sin embargo, ella sabía que lo más probable es que ella y Gideon no
pudiesen escapar, si es que Gideon aún estaba vivo.
Estaba atrapada, y aunque sus manos estaban en contacto con
la tierra, esta carecía de vida; no habría suficiente allí para invocar a otro
elemental y además, esto solo le distraería; pero no sería con elementales como
derrotaría a Nicol Bolas y ella lo sabía. Además, la presencia del dragón de
alguna forma le hacía más difícil el contacto con la tierra.
-Esta tierra es mía elfa. – dijo Nicol Bolas acercándose a
ella al tiempo que los tentáculos negros comenzaban a entrar por su boca, nariz
y oídos; llenándola de una sensación enloquecedora que apenas y podía combatir.
– Solo puedes tocarla con mi permiso.
Sin los dioses, la única fuente de energía soy yo; yo soy Amonkhet.
Ella comprendió entonces que nunca tuvieron oportunidad y se
tapó el rostro recordando el horror que había presenciado.
Nicol Bolas le acaricio el rostro con la punta de una uña
mientras sonreía.- Ustedes han sido bendecidos; ustedes serán de los pocos
mortales que pueden decir que vieron el comienzo de…
Pero Nico Bolas no pudo terminar, pues una explosión de luz
en una casa derribada y luego, a Gideon volando a toda velocidad contra el con
su escudo al frente hicieron voltear al dragón, quien recibió el impacto de la
tacleada del soldado, mismo que lo lanzo a varios metros.
Nissa ya no soportaba el contacto con aquella tierra y sin
poder evitarlo, salió de allí.
Vio un Hedron en lo alto y respirando aliviada al fin se
desmayó, siendo tomada antes de tocar el suelo por Kalastria; quien fue
sorprendida por la aparición de la elfa Joraga.
La furia era lo único que lo manejaba. Solo una vez en su
vida se había sentido tan inofensivo, tan pequeño, tan vulnerable y odiaba esa
sensación.
El habia jurado hace mucho no dejar de nuevo morir a un
amigo y ahora, varios de ellos podrían estarlo; varios de sus amigos en el
plano lo estaban, su diosa Oketra lo estaba y el no pudo hacer nada.
El vio a Chandra y a Nissa ser lastimadas, a Liliana
traicionarlos y a Jace; no quería pensar en Jace, temía que su gran amigo
estuviese muerto o demasiado herido.
Nicol Bolas se levantó y Gideon salto con la idea de
decapitar al dragón con su surral; solo era un golpe, un golpe certero y al
menos vengaría a los muertos y a los dioses de Amonkhet; pero lo Bolas lo tomo
y lo clavo en el suelo con fuerza.
No ganaras, yo te derrotare.- dijo Gideon furioso, pegado al
suelo por la mano del dragón.
-No ganaras, yo te derrotare.- dijo burlándose el dragón.-
Gideon Jura, para ser un estratega eres pésimo analizando una situación. ¿No vez
que ya perdiste?, es más, jamás hubo forma de que ganaran. Eres un idealista
Gideon; buscar eliminar el mal, el dolor de todos los planos; salvarlos de la
destrucción; pero todo muere, todo perece, recuerda a tus amigos de Theros.
Gideon reconoció que la derrota se había debido a su
precipitación y a que la ira y el doler le cegaron, pero se negaba a creer que
Nicol Bolas fuese invencible.
Gideon coloco su escudo entonces y la mano del dragón se
apartó al fin de su cuerpo, pero aun la presión de esta lo mantenía contra el
suelo.
-Le dicen a Jace ilusionista, pero el ilusionista eres tu
Gideon. Tú le haces creer a los demás y a ti mismo que eres invencible, pero no
lo eres.- dijo Nicol Bolas y una de sus uñas atravesó el escudo del soldado y
se clavó en su hombro derecho, atravesando piel, musculo y hueso, y aunque el
dolor era insufrible, Gideon no le dio el gusto de oírle gritar.
Gideon trato de fortalecer su escudo, pero Bolas clavo más
su garra hasta que esta se encontró con el suelo.
-Podría matarte ahora mismo Gideon; cuando yo quiera. Pero
no creo que te interese morir, por la manera descuidad en la que juegas de
héroe y te entromete en las vidas de otras personas arruinándolas por
completo. Si lo deseas, te permitiré
vivir, para que pienses en lo patético y minúsculo que eres y en lo ridículo
que es que juegues de héroe, así veras, lo realmente inservible que eres. Pero aun si decides quedarte y morir,
manteniendo tu honor y tu coraje Gideon, hazlo; por mí las dos son igual de
buenas; así de poco me importas; así de poco me preocupas Kytheon Iora.
Gideon con lo que le restaba de fuerzas logro sacar la garra
de Bolas, aunque este realmente no ponía resistencia alguna y frente a él; tras
un haz de luz, Gideon desapareció.
Apenas consiente cruzo las eternidades ciegas; cayendo de
espaldas contra el césped.
Sentía la sangre
bañándole la mitad del cuerpo.
Sus ojos se cerraron cuando una enorme mano negra tomo su cuerpo del
suelo, levantándolo y mirándolo con interés.
Algunos fuegos aun ardían y unos cuantos templos terminaron
de derrumbarse.
Nicol Bolas se irguió, complacido.
Unos pasos tras él se acercaron.
-Llegas tarde. ¿Dudaste de mí?- dijo el dragón sin voltear.
-No maestro, tan solo me retrase. Realmente los derrotaste
demasiado rápido, no dejaste nada para mí. Pero ni uno solo muerto.- dijo con
decepción Tezzeret colocándose al lado de Nicol Bolas mientras buscaba algún
cadáver conocido en la plaza.
-Hay cosas peores que la muerte Tezzeret; ¿No lo has
aprendido aun?- pregunto Bolas mirándole por fin.
Tezzeret trago grueso.
-Maestro, tengo que actualizarlo sobre el asunto de…
-Luego; primero necesito que contactes con nuestro nuevo
miembro, necesito hablar con el.- dijo el dragón.
-¿Nuevo miembro? Y como se llama.-pregunto interesado el
artífice.
-Ral Zarek; creo que lo podrás localizar en Ravnica al lado
de una imitación de dragón. Dile que no estoy conforme con su avance y que
quiero reunirme con él.
Tezzeret sonrió maliciosamente y en un relámpago metálico
dejo el plano.
Épico!!!!
ResponderEliminar